La figura del procurador ha ido evolucionando a lo largo de los años, al igual que sus funciones. Para hablar de su origen nos tenemos que remontar a la antigua Roma. Fue ahí donde había una persona que se encargaba de representar los intereses de otra en un proceso judicial.
En España, por ejemplo, los procuradores tienen su origen en el siglo XVIII, cuando se estableció el Colegio de Procuradores de los Tribunales de Madrid en 1769. A partir de entonces, la figura del procurador se extendió a otros tribunales españoles y se consolidó como un profesional especializado en la representación procesal.
Pero, ¿cuándo vamos a necesitar un procurador? ¿Cuáles son sus funciones?
¿Cuándo se necesita a un procurador?
Hay varias situaciones en las que podría ser necesario contratar los servicios de un procurador:
- Procesos judiciales
- Divorcio o separación
- Reclamaciones laborales
- Herencias y sucesiones
- Contratos y transacciones legales
Funciones del procurador
- Representación procesal: actúa como representante legal de una de las partes en un proceso judicial. Su función principal es comparecer ante el tribunal en nombre del cliente y realizar todos los trámites necesarios para la defensa de sus intereses.
- Recepción y presentación de escritos: es responsable de recibir los escritos y comunicaciones oficiales relacionados con el proceso judicial. Esto incluye notificaciones, citaciones, demandas, recursos, entre otros. Además, se encarga de presentarlos ante el tribunal en los plazos establecidos.
- Tramitación de diligencias: se ocupa de realizar las diligencias necesarias para el desarrollo del proceso judicial. Esto puede incluir la solicitud de pruebas, la recopilación de documentación relevante, la coordinación con otros profesionales (abogados, peritos, etc.) y la gestión de trámites administrativos.
- Actuación en audiencias y juicios: tiene el derecho y la responsabilidad de asistir a las audiencias y juicios en representación de su cliente. Puede presentar alegatos, interrogar a testigos, solicitar pruebas y realizar cualquier otra actuación necesaria para la defensa de los intereses de su representado.
La importancia de la figura del procurador radica en su capacidad para representar y proteger los intereses de sus clientes, facilitar el desarrollo del proceso legal y garantizar el cumplimiento de los requisitos y formalidades legales. Su conocimiento especializado y su experiencia contribuyen a agilizar los trámites judiciales y a proporcionar un servicio de calidad a quienes requieren asistencia legal en el ámbito procesal.